MITOS CRIOLLOS =
MODELO AGROEXPORTADOR VS. MODELO INDUSTRIALISTA
Uno de los mitos
criollos se expresa en la antinomia agro vs industria.
Consiste este mito en
oponer al modelo “agroexportador” del 1900 un supuesto “modelo
industrialista” que debiera reemplazarlo.
Según este mito, el desarrollo agropecuario:
· Es contrario al desarrollo industrial.
·
No genera valor agregado
ni empleo.
·
Nos condena a una
economía pastoril y extractiva para pocos.
· Su máxima expresión jurídica, política y
económica (el modelo agroexportador de hace un siglo) impide el desarrollo
industrial.
Lo dicho justificaría la aplicación de una economía dirigida e intervencionista, incluídas retenciones y control de cambio y del comercio exterior, en aras de desarrollar una industria con valor agregado sustituyendo importaciones.
·
Durante el llamado
“modelo agroexportador”, donde primó el libre mercado, la apertura del comercio
exterior, el respeto a la propiedad privada (renta agraria e industrial), la
libre movilidad de los factores (trabajo, capital, bienes) no sólo el agro tuvo
un desarrollo extraordinario constituyendo lo que dio en llamarse “el granero
del mundo".
·
Sino que el país en su
conjunto acompaño este crecimiento pasando la Argentina de ser el país más
atrasado, despoblado y pobre de latinoamérica a una de las siete potencias del
mundo, superando el ingreso (PBI) per capita de los países europeos, igualando
el de Australia y Canadá y poniéndose apenas por debajo del PBI de Estados
Unidos; creciendo en estos años más rápido que todos los países nombrados.
Es más…
· Durante el llamado "modelo
agroexportador" no solo se creció y desarrolló el agro...
· Sino que lo hizo la misma industria, a la par
del agro e incluso más que el agro, a una vertiginosa tasa del 5% anual
acumulada durante más de 50 años seguidos… (cifra nunca igualada en la historia
argentina y verdadero record mundial en una época donde una tasa de crecimiento
del 3% anual era destacable). Adjuntamos gráfico que muestra el crecimiento
comparado del país, del agro y de la industria…
Vale
aclarar que las cifras del período 1875 - 1930 abarcan la
fantástica cantidad de 55 años. Mientras que las cifras oficiales (INDEC) de
crecimiento del período 2001 -2008 sólo incluyen 8 años excluyendo las etapas
recesivas tanto anterior como posterior lo que sin duda es engañoso al
considerar sólo los picos del ciclo económico. [1]
La destrucción del llamado
“modelo agroexportador”, fue en realidad la destrucción del sistema económico
pensado por Alberdi y plasmado en nuestra Constitución Nacional, basado en
pocos impuestos, respeto a la propiedad privada, libre comercio, moneda sana y
apertura al mundo)
La destrucción del
llamado “modelo agroexportador” significó no solo la destrucción del agro, sino
también la destrucción de una industria genuina, sustentable, competitiva y
abierta al mundo y su reemplazo por un industria prebendaría, protegida y subsidiada.
La destrucción comenzó
en parte con las 20 intervenciones provinciales y el congelamiento de
alquileres de Hipólito Hirigoyen, se profundizó con la ley de caoparticipación,
el impuesto a los réditos, el control de cambios y del comercio exterior (Juntas)
en la década del 30 y alcanzó su culmen con el golpe del 4 de junio de 1943
(golpe incoado por Perón que lo depositara en el poder). Como dijimos, no sólo
freno el fenomenal desarrollo agropecuario, sino el de la misma industria en
particular y el de todo el país en general, a pesar de los momentáneos,
espasmódicos y generosamente publicitados despertares industrialistas basados
en la transferencias de recursos desde el agro a una industria subsidiada y
artificial (esto es generada a partir de “señales engañosas” enviadas
por el estado y no por el mercado).
Durante
el modelo constitucional y alberdiano, llamado agroexportador, los beneficios
del incremento de la riqueza agropecuaria se vieron tanto en el campo como en
la ciudad. Las actividades de comercialización, transporte y transformación de
materias primas generaron trabajo y oportunidades para argentinos y extranjeros
recién llegados como nunca en nuestra historia desarrollando la primer clase
media digna de tal nombre de América Latina y una de las primeras del mundo.
Los
ejemplos de la notable industria desarrollada en aquellos años, sin protección,
subsidios ni prebendas, abundan:
• El alsaciano Emilio
Bieckert, entre 1860 y 1870 inauguró en Buenos Aires una
fábrica de cerveza con dimensiones y calidad europeos, antes que esta bebida
sea un consumo popular en nuestro país.
• La familia
Bemberg siguió con el ejemplo poco después con su emprendimiento
en Quilmes; mientras alemanes hacían lo suyo en las colonias
santafecinas instalando una tradición cervecera que continúa.
• Melville Bagley, durante el gobierno de
Mitre fabricó el primer producto inscripto en el Registro de Patentes y Marcas
(su famosa Hesperidina) y mas tarde incursionó con éxito en la
industria alimenticia.
• Benito Noel, hizo de sus chocolates y
golosinas una marca registrada durante durante siglo y medio.
• El aleman Jacobo
Peuser, fundó un emporio de artes gráficas en 1868
dando a la actividad editorial argentina un impulso que la puso como líder
absoluta de Iberoamérica por mucho tiempo.
• Sebastián Bianchetti en 1870 se hizo
presente con sus balanzas en miles de comercios minoristas del país.
• Bartolomé Long inventó en 1875 la
“desgranadora argentina” en Colonia Gessler (Santa Fe); en 1878 Nicolas
Schneider fabrica el primer arado en Esperanza y en 1917 Jose
Fric desarrolla la primer cosechadora autopropulsada del mundo en
Pigué [2], entre múltiples inventos y desarrollos que
hacían de nuestro país pionero en fórmulas productivas e innovaciones
tecnológicas.
• En
1883, Tiburcio Benegas funda la bodega "El
Trapiche" convirtiéndose en una de las personalidades mas importantes de
la vitivinicultura de América del siglo XIX junto a Agoston Haraszthy en
California y Silvestre Ochagavia en Chile. Esto ocurría en Argentina sin protección,
sin subsidios y sin discursos industrialistas.
• Pequeñas
industrias de cerillas (fósforos) prosperan en Barracas. De la unión de tres de
ellas surge en 1889 la Cía General de Fósforos que
continúa hasta nuestros días.
• Empresarios como Ernesto
Tornquist invierten e impulsan actividades tan variadas como
la fundición
Zamboni, los astilleros de Berisso, las fábricas de oleo margarina de Seeber,
cerámicas Ferrum, TAMET y Sansinena, entre otros emprendimientos. El mismo Tornquist
se encuentra en 1886, involucrado en la exploración y explotación de petróleo y
la construcción de ferrocarriles en el Norte de Santa Fe (cuando recién
comenzaba a poblarse).
• El autrohúngaro Nicolas
Mihanovich llega a la Argentina en1860 e inicia el imperio
naviero que luego continuaría Dodero.
• En 1884 de la unión del
Belga Ernesto Bunge y su cuñado Jorge Born surge Bunge
y Born para dedicarse a la comercialización de cereales. En 1899 la empresa adquiere
un taller de cromohojalatería, a través del cual incursiona en el mercado de
envases. Nace así la empresa Centenera S.A., que se
convierte en la principal compañía dedicada a la producción de envases de
hojalata en la Argentina. En 1902 el grupo instala un molino harinero en
el Dique III de Puerto Madero. Nace así la empresa Molinos del Río
de la Plata.
• En 1911 una huelga de los
obreros de la panificación es el estímulo para que Torcuato Di Tella
invente una máquina amasadora de pan. Es tal su éxito, que crea
la empresa Sección Industrial Amasadoras Mecánicas (SIAM), que en 1930 se
transforma en una planta de fabricación de maquinaria industrial y
electrodomésticos. La empresa es la metáfora perfecta de lo que no debe hacerse
si se quiere tener una industria digna de tal nombre. Una pujante empresa
surgida sin ayuda del estado merced al talento competitivo de un pionero termina
en bancarrota en 1972 después de algunas décadas de crecimiento errático en el
contexto de un estado intevencionista que paradójicamente decía ayudar a las
industrias, señuelo que los hijos de Torcuato no dejaron de morder.
• En 1924 Julius
Steverlynck, funda la Algodonera Flandria S.A. Con el tiempo se
convierte en una industria floreciente y en su entorno crece aceleradamente una
ciudad satélite de Luján.
• Son incontables desde
1853 los nuevos
emprendimientos industriales vinculados directamente a la producción rural,
como los frigoríficos y las industrias bodeguera, azucarera y lechera.
• Las pequeñas industrias
elaboradoras y comercializadoras de productos derivados de la leche prosperan
imparables. En 1855 aparece Magnasco Hnos…
• Un poco más tarde son una
explosión alrededor de las estaciones de tren que llevan y traen progreso desde
las grandes capitales al interior y del interior a las capitales: Sr. Svensoni
(sueco) en estación Gándara, F.C.S; "La Escandinavia' (suecos) en estación
Jeppener, F.C.S.; "La Delicia' (suecos y argentinos) en estación Florencio
Varela, F.C.S.; "La Martona" de Vicente Casares (argentino) en
estación Vicente Casares, F.C.S.; Sr. Nicolás Rinaidini (italiano) en estación
Marcos Paz, F.C.O.; Sr. Cohan (inglés), en estación Altamirano, F.C.S.; Sres.
Larsen y Oisen (dinamarqueses), estación Chascomús, F.C.S.; Sr. Jorge Guerrero,
en Estación Guerrero, F.C.S.; Sr. Tomás Mahon, en estación Altamirano, F.C.S..
Este era el país que en
1889 asombraba al mundo en la Expo Universal de París, realizada con motivo del
centenario de la Revolución Francesa y cuya estrella fue la Torre Eiffel. La
otra estrella fue un pabellón que se parecía a un palacio y que se destacaba
claramente en Les Champ de Mars, donde se desarrolló la exposición. Era el
pabellón Argentino que empequeñecía al resto y donde brillaban por supuesto, la
agricultura y la ganadería, pero también, industrias como Sansisena que
impresionaba con novedades tecnológicas como una cámara de conservación de
carne en frío para la exportación proveniente de las míticas pampas.
Los franceses hablaban por
igual de los suelos y de las fábricas argentinas.
“Su futuro es tan grande, su prosperidad creciente, su situación excepcional,
comparable a la de los Estados Unidos del Norte....” decían asombrados los
periodistas.
Este fue el sistema
económico alberdiano, el modelo constitucional, mezquinamente llamado
“agroexportador”, al que se decidió demonizar para destruirlo después, e
inaugurar así la etapa de decadencia en la que Argentina pasó del puesto siete
entre las primeras economías del mundo al puesto número setenta.
[1] Los años de
crecimiento de la última década son engañosos por cuatro motivos: a) Toma sólo
los mejores años del ciclo económico (no se incluyen los últimos años
recesivos, posteriores al 2008); b) Parte de un piso muy bajo, a saber la
etapa inmediatamente posterior a la devaluación con el país parado y una
fenomenal caída del PBI; c) Buena parte del crecimiento industrial posterior se
debe al recupero de capacidad instalada de la década anterior que si bien
terminó mal fue prolífica en mejoras tecnológicas; d) El crecimiento
industrial fue favorecido por aportes fenomenales del estado (subsidios,
prebendas y protección arancelaria) lo que sin duda generó un crecimiento
artificial cuya solidez no fue sustentable en el mediano plazo como resulta
visible en la actualidad donde campea la inflación, la recesión y el déficit;
e) Las cifras oficiales de crecimiento están infladas por la subestimación de la
inflación y la sospecha de manipulación de los datos del INDEC.
[2] Suele
atribuirse la creación de la primer cosechadora autopropulsada del mundo
a Alfredo
Rotania de Santa Fe, en 1929. No es así. La “cosechadora automóvil” de
Jose Fric fue creada y funcionó 12 años antes en Pigué. Es cierto sin embargo
que la cosechadora desarrollada por Rotania, estuvo mejor cubierta por
patentes de invención (Nº 32397 y 35472) además de tener continuidad en el
tiempo.
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