domingo, 10 de agosto de 2014

10/08/14 DE LA PROTESTA A LA PROPUESTA: la fórmula para anestesiar al campo

Publicado en la revista agropecuaria PUBLICARG





EL TEXTO PUBLICADO:

¿A quién se le ocurriría proponerle a quien lo están  asaltando impunemente que pase de la protesta a  la propuesta? ¿O a quien le están incumpliendo un acuerdo o no le están pagando el sueldo…?

Esa sin embargo fue la consigna que motorizaron algunos foros y asociaciones agrarias en el 2009, el 1010 y aún después.

El  Kirchnerismo estaba en su peor momento. Sin mayoría en el Congreso,  con el sector agropecuario vigoroso y triunfante en la 125,  aglutinado junto con buena parte de la oposición detrás de la Mesa de Enlace; con decenas de productores “autoconvocados” organizados, combativos y unidos con claras consignas sintetizadas en el Manifiesto de Salto.

Reuniones, asambleas locales y nacionales se sucedían por doquier. El campo bramaba por el fin de las trabas (retenciones y control de exportaciones) con un oficialismo confundido cuyo ciclo todos daban por terminado y con políticas para el sector  que generaban resultados diametralmente opuestos a los pretendidos: menos carne, menos trigo, menos leche, pérdida de mercados internaciones, desinversión y aumento de precios a los consumidores.

Estaba claro que el campo no necesitaba que le enseñen a rotar, a ordeñar, a incorporar tecnología, a ganar mercados, a invertir ni a agregar valor.

Necesitaba libertad de comercio y respeto a la propiedad privada y a sus frutos: la renta. Este era el  grito.  Se oía el ruido de rotas cadenas con una oposición que, aunque en buena parte  estatista e intervencionista como el oficialismo, no podía sino acompañar a quien le había dado la única victoria resonante contra un oficialismo todopoderoso.

En ese contexto apareció la fórmula anestésica: PASAR DE LA PROTESTA A LA PROPUESTA.

Como si no le bastase al campo con ser liberado de retenciones y trabas al comercio exterior, de turbios y engañosos subsidios y compensaciones (lacteos, feed lots, maíz) y de organismos nefastos,  para “explotar en un festival de productividad y crecimiento” traccionando al interior productivo en particular y al país en general.

“No a las retenciones; no al cierre del comercio exterior; no a la segmentación”.  
“Eliminación de la ONCCA o de cualquier organismo o función que a contribuya a estatizar el comercio agropecuario y a mantener el nefasto y discrecional intervencionismo que ha destruido la actividad agropecuaria y ha promovido un capitalismo de amigos en detrimento de un mercado transparente”. 
“No a los subsidios y compensaciones otorgados en reemplazo de la legítima rentabilidad previamente confiscada que constituyen un paliativo indigno que nos somete al clientelismo económico (mil veces más reprobable que el clientelismo social o político)”.

Así rezaba el Manifiesto de los productores autoconvocados consensuado después de cuatro Asambleas Nacionales.

“No queremos una mano, sáquennos las dos de encima” era el sentimiento dominante.

Entonces, como dijimos, apareció el tentador señuelo: “pasar de la protesta a la propuesta”. Y el campo quedó enredado en bizantinas discusiones que ya no hablaban de romper barrotes sino de hacer más cómoda, llevadera y productiva la estadía en la cárcel.

Ya no se trataba de cambiar de raíz el modelo anticonstitucional sino de “mejorarlo”. O peor aún, de “acomodarse a él”.

Los productores se encontraron así reunidos con sus verdugos integrando  “autoproclamadas cadenas” junto con quienes se hacían un pic nic con los cierres de exportación (Ej.: molinos harineros).  

El sector dejó de pelear por la liberación y sus derechos encarnados en la protesta para participar de seminarios, congresos, simposios y creativas tormentas de ideas para ver como se podía seguir produciendo para el ejecutivo nacional y “dar de comer al mundo” aún al precio de la violación sistemática de sus derechos constitucionales y de reemplazar al chacarero y al ganadero genuino por sociedades fantasmas o por aventureros acostumbrados a trasladar su riesgo a los proveedores.

No faltaron organizaciones y asociaciones que  promocionaron el advenimiento del “superproductor” (reencarnación del hombre nuevo guevarista o del superhombre nietzscheano “) dispuesto a demostrar -y jactarse- de que se puede cosechar aún en el Sahara y ganar dinero en medio de la guerra.

Hoy se vuelve a las fuentes. Así lo entienden los autoconvocados que recuperan combatividad con su proclama de siempre: El MANIFIESTO DE SALTO (1).

El país se hizo grande con libertad. Al campo le alcanza con que se respeten sus derechos constitucionales (por los que reclama y protesta): No necesitan que le enseñen a sembrar.

Gabriel Vénica


10/08/14 EL MANIFIESTO DE SALTO Y EL PRODUCTOR ALIENADO



AL PRODUCTOR ALIENADO EL MANIFIESTO DE SALTO LE PARECE CORTO... 

Sueña con programas, políticas, tratados, leyes, artículos, códigos y digestos agropecuarios que den cuenta de cada detalle de la actividad, de cada región, de cada cultivo y de cada productor. Los espacios vacíos le producen agorafobia (casi como agrofobia).

Como Platón cree que la vida real es un reflejo del mundo de las ideas... La única diferencia es que donde Platón ve "ideas" el ve leyes. Lo demás es lo mismo. Atado al fondo de la caverna no concibe otra realidad que la que esta mediada por el LEVIATAN.

Le resulta imposible pensar una actividad sin que esté regulada. Cree que las cosas se hacen por el legislador lo ha mandado... Que lo que no esta regulado es el origen de los males y que lo que esta mal es porque no esta regulado. La libertad le da vértigos.

Me ocurre lo contrario. EL MANIFIESTO me parece largo (aunque prefiero dejarlo como está y no abrir la caja de Pandora).

Las grandes revoluciones y cambios de la historia vienen de haber descubierto o concebido un buen principio rector. 

Un buen principio rector transmitido y encarnado en una proclama,  una sentencia, un manifiesto claro y disitno fácilmente memorizable y operativo vale mas que un tratado (2). 


Con 10 mandamientos  Moisés organizó un pueblo y le dio ventajas sobre sus vecinos.

Jesús simplificó y dijo que todo se resumía en "ama al prójimo como a ti mismo".

La Iglesia concibió un credo en Nicea en el 325 para resumir kilométricas discusiones teológicas. Se sigue rezando hoy día.

Basto a los ingleses con el famoso "no taxation without representation" (no hay impuesto sin representación o, lo que es lo mismo, no hay impuestos sin ley) para poner en marcha uno de los cambios más fecundos de la humanidad: los límites al poder  absoluto de los reyes por un lado; el constitucionalismo y el estado de derecho por el otro (3). 

Y le sobró a Marx con  "la historia humana es la historia de la lucha de clases" para arruinarlo todo. Hoy sigue siendo el axioma radical para destruir sistemas, tradiciones y culturas encarnado en el indigenismo, el feminismo, la ideología de  género, el abolicionismo, la filosofía analítica, la teología de la liberación, la pedagogía de Freire y las políticas culturales gramscianas.

Le alcanzaron a Alberdi dos piedras fundamentales, la inviolabilidad de la propiedad privada y la mas absoluta libertad de comercio, para dar cuenta del sistema económico y 
rentístico que hiciera del país mas despoblado y pobre de Sudamérica (Argentina) una de las siete potencias del globo. 

Si El MANIFIESTO ES CLARO, no aclare que oscurece. 

Gabriel Vénica
gvenica@uade.edu.ar


(2) "Un manifiesto claro y distinto, fácilmente memorizable y operativo vale mas que un tratado" Por eso los partidos políticos suelen contar con largas y ambiguas plataformas que aludiendo y conformando a todos aseguran que no pase nada. 
(3) "No taxation without representation".  A los ingleses les alcanzó  con este y otros principios repetidos uno y mil veces. Hasta el día de hoy no tuvieron siquiera constitución escrita.