La oligarquía terrateniente
Uno
de los mitos preferidos del “supersticiero” nacional es el que alude a una
presunta oligarquía que se habría apropiado de tierras pródigas y productivas,
enriqueciéndose mediante el sencillo expediente de arrebatárselos a los pueblos
originarios.
Según
la investigación más seria sobre el asunto[1],
que seguiremos especialmente en nuestra exposición, las cosas distan bastante
de esta grosera simplificación:
Prácticamente no
existían grupos originarios en la región pampeana preexistentes a la formación
del Estado Nacional
Los
grupos humanos trashumantes dedicados a la caza y la recolección, anteriores a la conquista española, se habían
mestizado dando lugar a la población criolla que más tarde se conoció como
“gauchos” o simplemente “criollos”. Incluso las más conspicuas familias
patricias tienen en su ascendencia un componente indígena, según sus propios
genealogistas.
Los
pueblos originarios que no habían entrado en este proceso de mestizaje fueron
exterminados o sometidos por invasores araucanos procedentes de Chile en el
siglo XVII. Los araucanos habían incorporado el caballo y la práctica del malón
como principal recurso de subsistencia. Llegaban hasta el Sur de Santa Fe dificultando
el arraigo de poblaciones criollas (mestizas) e inmigrantes.
Mas
tarde, en la década de 1830, dirigidos por los hermanos Pincheira y
capitaneados por Calfucurá ingresaron desde Chile a nuestro territorio borogas
y araucanos propiamente dichos, pero
esta vez organizados militarmente y con plena conciencia de las fronteras
nacionales[2].
Habían
luchado junto a los realistas en las guerras de la independencia. Exterminaron
o sometieron a las tribus originarias de nuestro territorio (Tehuelches), conformaron
una gran confederación, asolaron a las poblaciones
criollas y vencieron incluso al ejército nacional dirigido por Mitre en dos oportunidades.
Durante mucho tiempo,
nadie quiso ir a trabajar al campo
Varios fueron los intentos fallidos de la Corona Española primero y de las autoridades
nacionales después para incentivar a los habitantes a poblar y hacer productiva la región pampeana.
1.- Repartimentos ("Me vuelvo al pueblo")
El
primero de los intentos fueron los “repartimentos” en el siglo XVI: hasta una
hectárea en la ciudad, tres hectáreas por una lengua de fondo para chacras y
extensiones mayores para ganadería.
Las
dificultades para retener a los pobladores en sus propiedades alejadas de los
éjidos urbanos hizo que el Cabildo establezca
en 1590 la obligación de permanecer en la misma para conservar la propiedad. No
tuvo suerte.
2.- Venta y Composición ("Muy caro")
En
1591 la corona estableció el sistema de “venta y composición” (una suerte de
impuesto para asegurar el derecho de propiedad).
El
sistema fue un fracaso y se tuvo que continuar con el sistema de donación debido
a la falta de compradores a pesar de la baratura de la tierra.
La
ganadería extensiva, la única rentable, exigía grandes cantidad de tierras y no
sobraban los interesados
3.- Permiso al Rey y precarización ("Mucha burocracia")
En
el siglo XVIII (1753) se decidió que el adquirente de tierras “realengas”
(fiscales) debía solicitar al rey la confirmación de su derecho, aumentando con
esto los costos burocráticos.
Esto
llevó a que sean menos aún los que quisieran dedicarse a las tareas rurales las
que de realizarse se hacían en la clandestinidad y con títulos precarios.
4.- Reparto Gratuito ("Ni regalado")
Producida
la Revolución de 1810 frente a las dificultades para extender la frontera agropecuaria,
el Triunvirato emitió un decreto firmado por Bernardino Rivadavia en 1812 que
disponía “repartir gratuitamente
a los hijos del país estancias proporcionadas y chacras para la siembra
de granos”.
¿A
qué se refería el decreto con la expresión estancias “proporcionadas”? Se refería a que la unidad económica
entregada debía ser suficientemente grande como para ser económicamente sustentable.
El
historiador James Scobie en su conocido libro Revolución en las Pampas aclara el punto:
“La tierra misma
tenía tan poco valor intrínseco que las unidades, para concesiones o para
venta, debían ser enormes. La unidad más pequeña de la economía pastoril era la
suerte de estancia, que medía diecinueve kilómetros cuadrados, o 1875
hectáreas, y equivalía económicamente a unas pocas hectáreas en una zona
agrícola. En el siglo XVIII y comienzos del XIX la capacidad más optimista
atribuible a semejante unidad era la de 900 cabezas de ganado vacuno, de las
cuales a su vez podía esperarse que produjesen 90 cueros por año, es decir, un
ingreso insignificante. Cuando a esto se agregaba la falta de transportes, la
orientación urbana de la población hispánica, el acosamiento por los indios
hostiles y el atraso de la explotación pastoril, sólo los dueños de cientos y
aún miles de kilómetros cuadrados podían abrigar la esperanza de sobrevivir en
términos económicos. Y recordemos que había muy pocos incentivos para colonizar
estas tierras”.
5.- Enfiteusis ("El que arriesgó, ganó")
En
1822 la Provincia de Buenos Aires dicta la ley de enfiteusis en virtud de la
cual la tierra fue entregada bajo esta condición dominial que consiste en la
concesión de un inmueble por muy largo tiempo contra el pago de un canon anual.
Los
interesados fueron en su mayoría las pocas personas y familias que ya se habían
aventurado en el negocio ganadero, por
lo que la ley no cumplió su propósito originario de colonización.
En
1836 se entregó en propiedad la mayor parte de estos campos a los enfiteutas
consolidándose de esta manera, una clase terrateniente, lo que es
recurrentemente señalado y objetado por el revisionismo y el marxismo histórico.
Justo es decir, sin embargo, que quien entregó estos campos en propiedad fue el
prócer del revisionismo histórico y del mentado pensamiento nacional y popular,
Juan Manuel de Rosas y quienes se opusieron al sistema de enfiteusis por
considerarlo dañino fueron Mitre, Sarmiento, Tejedor,
Alberdi y Vélez Sarfield entre otros.
En
1825 se funda la primer colonia agrícola, con colonos de origen Escocés, en la
Estancia Santa Catalina, en Monte Grande donde hoy funciona la Facultad de
Agronomía. No prosperó, mostrando las dificultades que ofrecía este tipo
emprendimientos, aún siendo cercanos a la ciudad de Buenos Aires.
6. Colonias agrícolas y arrendamiento
En
1856 Aaron Castellanos funda en Santa Fe “Esperanza” (primera colonia agrícola
en cumplir los objetivos esperados). Comienza así un nuevo esfuerzo por poblar productivamente
el territorio con colonias agrícolas de inmigrantes extranjeros.
En
1857 el gobernador Bartolomé Mitre arrendó a muy bajo precio, con la condición
de poblar e introducir hacienda vacuna u ovina, una superficie de
aproximadamente 1.500 leguas cuadradas (4.000.000
hectáreas), que en 1867 fueron adquiridas por sus arrendatarios u otros
nuevos propietarios.
7. Campaña al desierto
El
principal problema para el asentamiento de colonias agropecuarias y la
radicación de población criolla con fines productivos era la amenaza del malón
que con notable eficacia llevaban adelante los borogas y araucanos chilenos comandados
por Calfucurá primero y su hijo Manuel Namuncurá después. Sólo en el malón de
Azul se alzaron con 60.000 cabezas de ganado, 150 cautivas y dejaron 300
muertos. Practicamente no hubo localidad
de la Provincia de Buenos Aires que no sufriera este flajelo, siquiera las
cercanas a la ciudad Capital como Dolores, Lujan, Chascomús y 25 de Mayo entre
otras.
Los
malones asolaban además de la Provincia de Buenos Aires, el Sur de Santa Fe,
Córdoba y Mendoza mandando Calfucurá sobre una confederación de tribus que
incluía estas Provincias además de La Pampa, Rió Negro y Neuquen. Su ejército,
en el que no faltaban fusiles Remington vencieron en dos oportunidades al
ejército nacional comandado por Mitre en Sierra Chica y San Jacinto. El
producido de la “empresa” del malón era comercializado especialmente en Chile.
Con
la Campaña al Desierto se terminó en buena parte con esta situación. Pero no
fue suficiente estímulo para que fácilmente muchos quisieran adentrarse en la
Pampa para tareas productivas. Tan es así que buena parte de las tierras
entregadas en pago a la soldadesca que participó de la campaña al desierto fue
rápidamente vendida.
Quienes
se aventuraron fueron osados pioneros, que se internaron en medio de la nada,
debiendo padecer por un largo tiempo de la soledad más absoluta, como fue el
caso de Ramón Lopez Lecube quien llevó el desarrollo y el progreso a lugares
entonces inhóspitos, desolados e improductivos en lo que hoy son los partidos
de Puan, Tornquist y Saavedra.[3]
Pero
nadie moría por trabajar el campo. La “Ley de Tierras”, dictada en 1884 para la
adjudicación de propiedades en la Patagonia, estableció una unidad económica de
600 hectáreas que resultó demasiado pequeña para la explotación de ovinos
–única perspectiva viable entonces- con el resultado de que casi no se
presentaron interesados.
8.- Ferrocarril y otras ventajas ("ahora si: Todos somos estancieros")
La
campaña del desierto coincidió con el tendido de vías férreas que redujeron en
más de un 90% el costo de los fletes internos. Este hecho fue crucial para el
desarrollo de la economía pampeana.
Obviamente donde llegaba el tren aumentaba el valor de la tierra, situación que fue propicia para que intelectuales y grupos anarquistas y socialistas que hasta entonces no habían mostrado demasiado interés por las tareas agropecuarias comenzaran a “preocuparse” por la propiedad y la extensión de los lotes de quienes estaban allí desde hacía tiempo.
Para
colmo de males, tuvieron que enfrentarse con un insoportable acontecimiento
geográfico: desde comienzos del siglo XIX, cuando concluyó la llamada “pequeña
época glacial” iniciada en el siglo XIV el lento pero persistente aumento de la
humedad favoreció la expansión de la ganadería hacia el Sur. (Que macana… Si
hubieran avisado).
Desde
ya que los factores geográficos hubieran sido irrelevantes si la pampa no
hubiera encontrado en estos pioneros una frenética voluntad de progreso que los
llevó a liderar mundialmente mejoras genéticas, cambiar pasturas, introducir el
alambrado, desarrollar industrias (Ej. lechera) e incorporar rápidamente
avances tecnológicos (refrigeración)…
Y
si esta voluntad de progreso no hubiera estado amparada en el sistema económico
alberdiano que primó en Argentina desde 1853 hasta 1930, época en que la Pampa,
fue más húmeda que nunca.
[1] “La Tenencia de la Tierra en la Argentina”.
Investigación realizada bajo la
dirección de Fernando de Estrada y la dirección adjunta de Oscar Olivero.
Edición de la Universidad Católica de La Plata. Buenos Aires, AR, UCALP/CARBAP, 2008.
[2]
“Estaba en Chile y soy Chileno y ahora hace como
treinta años que estoy en estas tierras". Carta de Calfucurá a Mitre en
1967, que se conserva en el museo Mitre.
[3] La vida de leyenda de
este personaje vale la pena ser conocida. Salvó su vida de un malón
escondiéndose en una vizcachera, honró su promesa de construir una iglesia en
el lugar. La misma llama la atención erguida en medio de la Pampa en
inmediaciones del pueblo que lleva su nombre: Lopez Lecube.
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