domingo, 6 de febrero de 2011

IMPUESTO A LA RENTA EXTRAORDINARIA II

Agradeciendo al Partido que mayor coherencia mostró en relación al agro me permito opinar que la idea de un impuesto a la renta extraordinaria sigue siendo desacertada a pesar de la aclaración, no por el mayor o menor impacto que tenga en la actividad agropecuaria (que seguramente será mínimo y permitira demostrar que hay muchos sectores más rentables), sino por los "vicios conceptuales que encierra" y que a mi falible entender son 5:




1) El concepto de renta extraordinaria sigue siendo equívoco, de díficil (por no decir imposible) definición objetiva por las mismas razones que ya expusimos anteriormente. La calificación de "extraordinario" depende de valoraciones subjetivas y arbitrarias que tienen que ver con el riesgo asumido, las expectativas y el esfuerzo realizado. Existen criterios para todos los gustos, variables infinitas y parámetros múltiples para juzgar el mas y el menos (el capital invertido, el total facturado, el activo involucrado, la inversión realizada, la antigüedad en el negocio). Una renta anual puede ser buena (extraordinaria) comparada con alguno de estos parámetros y mala en relación a otros.



El hecho que ahora se considere que el impuesto a la renta extraordinaria sera para todos los sectores de la economía no subsana esta dificultad; sólo hace realidad la frase "mal de muchos consuelo de tontos"



2) ¿Por que se debe considerar extraordinaria la rentabilidad de una inversiòn de riesgo o de quien despues de muchos años inventó un medicamento, mejoró la resistencia a la sequía de una semilla, descubrió un nicho interesante de mercado, halló un mineral raro, "la pegó" con una canciòn o pintò un cuadro que le gustó a Slim, en relaciòn a la módica rentabilidad de quien optò por una inversiòn segura en un plazo fijo sin trabajar? ¿No debiera el Estado estimular este tipo de logros en vez de desalentarlos? Si aplicamos impuestos progresivos con esta lógica desalentamos el esfuerzo extraordinario en pos de "negocios extraordinarios" perjudicando la creación de riqueza, la innovación, el emprendimiento de alto riesgo. Esto no se soluciona fácilmente diciendo que se permitirá compensar los años malos; en muchas actividades "el aguante" rinde despues de décadas (como pasó con el campo)).



3) La expectativa subjetiva y personal de una renta extraordinaria, mas alla de la dificultad para definirla, es lo que mueve a inversores, emprendedores, empresarios a dejar de hacer lo que estan haciendo para hacer otra cosa, a preocuparse y arriesgar mas, en defintiva a impulsar la generación de riqueza a nuevos horizontes. Nadie harà un esfuerzo extraordinario si se encuentra con que su dedicación en vez de ser recompensada será castigada con una alícuota progresiva en el caso de tener éxito. Es como achicar la comision de ventas de un vendedor a medida que mejora su perfomance para "que no gane tanto".



4) Castigando la renta extraordinaria eliminamos la principal "señal" (señuelo) que tiene el inversor para orientarse a actividades en las que amerita invertir de la misma manera en que el control de precios de Moreno desorienta al mercado generando distorsiones que la realidad se cobra con intereses. Así como un alto precio actúa como llamador para que quien pueda ofrecer lo mismo a un precio menor entre en el negocio, aumente la competencia y en definitiva el precio baje (lo que no ocurre cuando hay control); de la misma manera la renta "extraordinaria" es una invitación a los agentes económicos a concurrir a dicho negocio, a imitar determinadas conductas y a generar valor económico genuino.



5) Y si el impuesto está pensado para todas las actividades ¿Por que mantener al campo sometido a la tortura de las retenciones hasta tanto esta ley sea sancionada como condición inexcusable para su eliminación? Sería justo que sometamos desde ya a todas las actividades a un esquema de retenciones hasta el día en que se haga realidad susodicho impuesto compensatorio. O es para todos la cobija o es para todos el invierno (ARI).



6) Por último: Nuestro problema como país no son las rentas extraordinarias sino los gastos extraordinarios de un estatismo siniestro y extraordinario en el contexto de un despilfarro extraordinario y de una corrupcíon extraordinaria. El gasto público consolidado (Nación/provincia/municipios) que llegaba a los USD 50.000 Millones durante Alfonsín, se incrementò a USD 100.000 durante Menem (a pesar de las privatizaciones) y en la actualidad alcanza los USD 150.000 sin que hayan mejorado mucho la educación, la seguridad y la justicia.



Muchas gracias por invitarnos al debate (sinceramente).



Gabriel Vénica

11 15 6694 8893

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