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Provincia de Buenos
Aires…Donde el conurbano y el
interior se parecen
Cada vez que viajo a Huanguelén además de llevarme a comer al restaurante
del “turco” Dip (recomendable) me recuerdan que pertenecen a cuatro partidos (Coronel
Suarez, Lamadrid, Guamini y Daireaux) y que no eligen su propio intendente.
A diferencia de lo que ocurre en otras provincias, en el sistema
bonaerense se vota un sólo intendente por partido aunque cuente con varias
ciudades, aldeas, pueblos con recursos, personalidad y vocación para ser
artífice de su propio destino.
En Santa Fe (donde los partidos se llaman departamentos) cada núcleo
urbano de más de 500 habitantes puede
reclamar ser comuna y con más de 10.000 ciudad[1],
en ambos casos con autonomía y autoridades elegidas por el voto popular. Cada departamento cuenta con
varias intendencias y comunas.
Córdoba es similar a Santa Fe. En el art. 2 de su Ley Orgánica Municipal[2]
puede leerse: “Serán
reconocidos como Municipios las poblaciones estables de más de dos mil
habitantes. Aquellos que tengan más de diez mil habitantes serán ciudades”. Y
en su artículo 5: “Serán reconocidos como comunas los asentamientos estables de
hasta dos mil habitantes”. En todos los casos con facultades para elegir sus
autoridades, cobrar sus impuestos y tasas y administrar su territorio.
El caso de Lezama no hace mucho independizada de Chascomús reclamando por
su autonomía no es único. Huanguelén, Darregueira,
Quequén, Santa Clara del Mar, Pedro
Luro, Saavedra, Roberts, Norberto de la Riestra,
Pedernales, La Ernestina, Leandro Alem, Tres Algarrobos, Villa Ventana,
Saldungaray, Villa Arcadia, Chillar, Claromecó, Lima y 30 de Agosto constituyen
algunos de los cientos de localidades del interior de la Provincia reducidas al
infantilismo cívico y administrativo por una organización política provincial
que los condena al centralismo y a la dependencia de nutridas burocracias
enquistadas en las cabeceras del partido.
Se suele aducir que la
autonomía aumentaría el empleo y consecuentemente el gasto público. La práctica
indica que ningún gasto se expande más, ni es más ineficiente, que aquel que se
genera lejos del control ciudadano. No se trata de aumentar los impuestos sino
que estos queden en el lugar donde se generan, ni de multiplicar el empleo
público sino de arraigarlo al territorio que le paga el sueldo. En vez de 1.000
burócratas amontonados, los mismos 1.000 distribuidos en 7, 8 u 10 comunas,
identificados y conocidos por sus vecinos, sujetos a las autoridades y el
control social.
El problema se agrava en
el conurbano. Recorrí Esteban Echeverría en las últimas elecciones. Con 340.000
habitantes[3] es una Provincia chica. Conocía
Monte Grande (cabecera) y Luis Guillon (donde vivo). Me tocó caminar y conocer
Canning, 9 de Abril y El Jaguel. Me sirvió para despejar dudas respecto a una
de las raíces del drama insoluble del conurbano: es inmanejable con burocracias
multitudinarias y centralizadas.
Cada barrio de Esteban
Echeverría, salvo Caninng, posee no menos de 50.000 habitantes. Suficientes
como para ser su propio municipio. Tienen la cantidad de habitantes, la
idiosincrasia y la vida comercial que lo justifican.
Estos barrios
(verdaderas ciudades) son hoy empujados a la marginalidad desde la misma
concepción de la organización política provincial, sin autoridades propias, a
merced de punteros políticos, organizaciones populares y grupos de presión que
hacen su agosto desde dudosas representatividades pero exhibiendo una gran
capacidad negociadora a veces extorsiva (“te corto la calle”, “te junto a 40
pibes”).
Frente a este fenómeno
el sistema responde con autoridades lejanas y extrañas, incapacitadas para
resolver los problemas “desde arriba”, cuando debieran ser resueltos “desde
abajo” mediante los mecanismos representativos y republicanos que prevé nuestra
constitución y que están vedados a grupos humanos condenados a vivir sin otra
identidad cívica que la de pertenecientes a “sectores populares”.
La inmensa mayoría de
estas poblaciones desconoce a sus “delegados municipales” (nombrados y no
electos). Tampoco les interesa conocerlos. En el caso de Esteban Echeverría la
municipalidad es la Municipalidad de Monte Grande y Monte Grande muy poco tiene
que ver social, cultural, comercial y geográficamente con Canning, El Jaguel, 9
de abril y Guillón. El partido de El Tordillo con 1.700 habitantes puede elegir
su intendente; el Jaguel con 60.000, no.
La cultura cívica del
vecino termina siendo una incultura cívica reducida a la queja por los
problemas que la municipalidad no resuelve, ni podrá resolver porque está
desbordada y el sistema es contra natura. Una municipalidad del conurbano no
tiene los recursos de una capital de Provincia o de la misma Capital Federal
pero tiene bajo su administración una cantidad de gente similar o superior a
una capital de Provincia.
Cada uno de sus barrios
constituye un centro urbano con su propia dinámica. Debieran estar en condiciones de cobrar sus
impuestos, organizar su espacio, cuidar sus plazas, promover sus industrias y
comercios, recibir su cuota parte de coparticipación provincial, definir sus
prioridades, promover sus líderes, elegir sus intendentes y concejales,
conocerlos, controlarlos, pedirles cuentas, sin la intermediación inútil de la
cabecera del partido hacia arriba y sin la ambigua representación y mediación
de los grupos de presión, las ONGes, las
cooperativas y las agrupaciones de esto y lo otro, hacia abajo.
Pequeños municipios (no
tan pequeños) de 10.000, 30.000, 50.000 habitantes, autónomos. Es lo que
necesita La Matanza (1.800.000 habitantes). Donde los líderes sean visibles,
representativos y republicanos y no “punteros”.
Imagino a la gente de
Guillon, Caning, El Jaguel o 9 de abril haciéndose cargo de si mismos. Conocen sus urgencias,
aman su territorio, interactúan entre ellos en clubes y capillas y padecen a los
“oportunistas” con contacto con el Intendente a los que deben necesariamente
recurrir cuando el agua los tapa porque no les queda otra.
Los “punteros” -intermediarios
naturales en un sistema antinatural- resultan mucho más caros que un intendente
y cinco concejales.
No cambia la cuestión
que el barrio sea pobre o sea rico. “Me conocen y los conozco, no entiendo como
se puede administrar de otra manera”. “No concibo que Villa Guillermina sea dirigida
desde Reconquista”, me dice Eduardo Scarpín dos veces jefe de comuna de esta
emblemática localidad de La Forestal en el Norte de Santa Fe de 6.000
habitantes, de modesto tenor de vida y escasos recursos, pero acostumbrados a
una autonomía que contribuye a que el pueblo sea un lugar agradable,
pintoresco, cuidado, con sus edificios históricos, su plaza, sus fiestas
populares, su “eje”.
Tenemos un ejemplo
cercano de las ventajas de la descentralización: Ezeiza. Desde que se
independizó del partido de Esteban Echeverría progresó en todos los niveles.
Tomó conciencia de si misma, se hizo responsable de su historia y ya no es un
apéndice de Monte Grande, lo que se nota desde el mismo momento en que se
ingresa a su rotonda y su boulevard, ahora parquizados y cuidados. Es en el
orden, la limpieza y la estética donde primero marca la diferencia un
territorio atendido por sus propios dueños. El progreso es la consecuencia
necesaria.
La solución jurídica de
fondo a la cuestión la tenemos en una modificación de la Ley Orgánica de
Municipalidades de la Provincia[4] que permita a partir de
cierta densidad poblacional constituirse automáticamente en comuna o
intendencia; o en decisiones locales en
el que cada Municipio resuelva, ejerciendo la autonomía que la Constitución
Nacional le acuerda, pero que la Constitución y las Leyes Provinciales evaden[5]. Esa es la dificultad.
Tienen el derecho constitucional a nivel nacional para descentralizar sin pedir
permiso, pero este derecho no ha sido explicitado jurídicamente a nivel
provincial.
Urge una reforma a la
Ley Orgánica de Municipalidades.
Gabriel Vénica
011 156694 8893
[1] Ley 2756 (Ley
Orgánica de Municipalidades de la Provincia de
Santa Fe) y Ley
2439 (Ley Orgánica de Comunas de la Provincia de Santa Fe)
[2]
Ley 8102 (Ley Orgánica Municipal de la Provincia de Córdoba)
[3]
Los 340.000 habitantes de Esteban Echeverría se distribuyen aproximadamente de
la siguiente manera: Monte Grande
140.000; Guillon 60.000, Jaguel 70.000, 9 de Abril 60.000 y Caning 10.000
[4] Ley Orgánica de las Municipalidades de la Provincia de
Buenos Aires, aprobada por Decreto-Ley 6.769/1958.
[5] En la Constitución Provincial, los artículos referidos al
Régimen Municipal van del número190 al 197. En ninguno de los ocho (8)
artículos se hace referencia alguna a la autonomía de los municipios.
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