sábado, 24 de septiembre de 2016

ECONOMIAS REGIONALES ¿Cómo se sale del pozo?




¿COMO SE SALE DEL POZO? 
O ANIMARSE A JUGAR EN PRIMERA…

Estos días hemos asistido a protestas de algunos sectores de las economías regionales (fruteros del Alto Valle especialmente), comprensibles por la situación que atraviesa el sector, pero confusas en cuanto al diagnóstico y las soluciones propuestas.

Se alegan costos imposibles de sostener y precios para el productor muy alejados de lo que paga el consumidor. Frente a esta situación se pide asistencia financiera al estado  e intervención en la cadena de intermediación que se quedaría con la parte del león.

La solución tiene lógica dentro del paradigma dominante en Argentina de los últimos 70 años en general y los recientes 12 en particular: “el estado es quien dirige la economía y define que y cuanto gana cada uno”. Hasta que el déficit fiscal, los desajustes y la falta de incentivos (o la imposibilidad) para competir y ser más eficiente lleva a situaciones de crisis sin retorno[1] en un mundo donde sólo el libre mercado y el respeto a la propiedad privada (capitalismo) ha generado riqueza sustentable.

No deja de ser contradictorio que se invoque al estado como solución cuando fue el mismo estado el que agobiando con impuestos y distorsionando todo con regulaciones, control de las exportaciones, desdoblamiento cambiario y precios máximos, el que ha generado el problema.

¿Es con más intervención y más estado que se solucionará el problema que la intervención y el estado han creado? ¿Es con nuevos salvatajes que  se consolidarán emprendimientos  sustentables?

Indudablemente es injusto pedirle a los fruteros y tamberos fundidos que no reclamen su parte de la torta cuando la Nación desborda de empleo público de estabilidad garantizada y el futbol (y los sindicatos y las ONGes y este y aquel) reciben asistencias millonarias. Pero creer que la solución de fondo vendrá reclamando al fisco es mentirse. 

Y reclamarla vía más regulaciones proponiendo incluso la creación de fetiches (Institutos de la pera y la manzana, por ejemplo) un agravamiento del problema (no para la dirigencia siempre ávida de puestos pero si para el productor).

Debemos los argentinos, y en este caso los productores una vez mas, animarnos a jugar en primera y pedir más libertad no menos, menos impuestos, no más.

En un mundo en constante evolución donde han desaparecido los fabricantes de maquinas de escribir, las casas de video y los pizarrones  nadie tiene la garantía de su sobrevivencia económica. 

Sí tiene derecho a exigir condiciones de igualdad ante la ley para competir incluyendo una moneda sana.

Esto es lo que NO ha ocurrido en los últimos años con los fruteros a quienes el estado les mantuvo un tipo de cambio artificialmente bajo entregándole $ 9 en vez de $ 16 por cada dólar exportación; ajustando este dólar “estafa” un 7% anual mientras la inflación crecía un 25%; aplicando en el colmo de la crueldad retenciones adicionales; sometiendo al productor a mendigar permisos discrecionales para exportar; restringiendo la posibilidad de importar tecnología; sometiéndolo a un costo sindical laboral mínimo 20% superior al de sus competidores de Chile, Sudafrica y Nueva Zelanda, a un transporte que es el más caro del mundo y a una caja de empacar  frutas 120% más costosa que la caja similar que utilizan en otras latitudes (en aras de satisfacer el relato de “industria ficción” nac & pop y vivir con lo nuestro).

Este ha sido el escenario donde nuestros esforzados productores de fruta perdieron mercados internacionales, salieron de competencia, se atrasaron tecnológicamente, se privaron de capitalizar en época de vacas gordas lo que como es tradición en el campo, permite afrontar las épocas de vacas flacas.

Compelidos a jugar en una cancha inclinada, con botines de acero para cumplir con los caprichos y los privilegios de un estatismo y un sindicalismo fuera de la realidad.

No hay buena receta sin un buen diagnóstico.
Pretender solucionar el problema del intervencionismo y el estatismo con más intervencionismo y estatismo en un mundo donde la riqueza crece exponencialmente mediante intercambios voluntarios y pacíficos entre millones de productores y consumidores ubicados en las antípodas del planeta es simplemente trasladar el problema. Hacia adelante y hacia otros sectores. Pero no es la solución.

Del pozo se sale por arriba. No enterrándose en el

Gabriel Vénica
Info@gabrielvenica.com.ar





[1] El modelo estatista tan caro a los argentinos ya fue largamente analizado por el mismísimo Karl Marx quién descubrió su inviabilidad científica y moral a mediados del siglo XIX, proponiendo en su lugar la confiscación total de la propiedad privada, la eliminación del libre comercio y la asignación a cada uno de un sueldo; lo que a todas luces resulta más práctico que jugar al libre mercado con un árbitro que en medio del partido inclina la cancha u otorga valores diferentes a los mismos goles para que todo termine en empate. Huelga aclarar que el sistema alternativo al estatismo de los socialistas naif –el comunismo propuesto por Marx- terminó en un estrepitoso fracaso dejando como saldo sólo el recuerdo de las dictaduras más feroces y criminales que haya conocido la humanidad. 

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